Estamos casi llegando al final de esta zaga de diez capítulos. En honor a la más estricta verdad doy fe de todo lo narrado pues viví todas estas experiencias en mis cuarenta años de residencia en Moa. Como expresé en un trabajo anterior, si alguien no coincide con alguno de mis criterios puede escribirlo en este mismo espacio o al blog El pan despierto y su opinión será muy bien recibida.

En el número nueve nos referíamos al trabajo cultural y en este ámbito son varias las pérdidas muy sensibles que ha tenido Moa, como mismo le ha ocurrido a otros municipios cubanos. Les sugiero buscar el trabajo titulado Del verso y la miel en dos tiempos publicado en el mencionado blog donde se analiza esta problemática. Lo cierto es que eventos como Espince, mediante el cual la galería de arte obtenía obras, algunas de firmas importantes, de manera gratuita, hoy es solo una burda caricatura.

El evento Trova viva creado por el trovador Fernando Cabreja, que lograba reunir una buena cantidad de público y fomentar un ambiente cultural en el centro urbano del municipio, no tiene continuidad ni nadie que ponga pie en tierra por él, en este caso no es solo culpa de las autoridades del territorio sino también de la AHS provincial que solo se ocupa de lo que pasa en Holguín ciudad.

En Moa desapareció una de las propuestas culturales más genuinas: el llamado Carnaval rústico, que implicaba a todas las escuelas y era un verdadero derroche de alegría, imaginación y talento, pues con muy pocos recursos se alcanzaban resultados inolvidables.

Criterios retrógrados y economicistas impidieron la realización, durante muchos años de las Espartaquiadas del Níquel, una verdadera fiesta de pueblo que esperamos se mantenga por muchos años pues implica también la sana práctica del deporte en un sitio tan contaminado.

Otra pérdida irreparable es la del espacio de la Casa de Cultura denominado “Rincón del Recuerdo”, donde cada viernes en horas de la noche se escuchaban canciones, poemas, opciones humorísticas y hasta se podían bailar un poco los más genuinos ritmos nacionales. Esta es una opción que para recuperarla no hace falta más que deseos de trabajar y un poco de atención con los artistas aficionados.

Y ya que hablamos de opciones, hay una que los moenses tienen y no la utilizan y son las exposiciones que presenta e inaugura la galería de arte cada mes. Visitar y disfrutar de una exposición es una opción de calidad hasta en grandes urbes del mundo como Nueva York, Roma o París. Ese es un problema cultural que los moenses deben resolver y comenzar a fomentar en sus hijos, desde que son muy pequeños, esa sana y beneficiosa práctica.

Soy testigo que la Feria del Libro no se perdió por problemas del municipio, eso fue una decisión del Ministerio de Cultura. Como habrán podido observar la mala o pobre vida en un municipio es una larga sumatoria de decisiones tomadas a las más diversas instancias en las cuales se piensa más en el problema que en el pueblo y quien crea que esto es un juego de palabras que vea lo ocurrido en el aeropuerto de Moa cuando, según se dijo, “había que aumentar las medidas de seguridad” por el tema del robo de los aviones: cerraron la parte superior, se perdió el uso de la terraza y el bello y funcional bar y para despedir a los que viajan hay que pararse en la carretera del aeropuerto o en la avenida del puerto, en un sitio tan alejado, de manera que no se sabe si usted le dice adiós al piloto o a alguno de los que se marchan. Surrealismo puro.