Nunca tuve la curiosidad de preguntar a mis abuelos (tampoco a ella), la razón por la cual a mi madre le pusieron ese nombre. Sin dudas, lo era. Este dos de diciembre hubiera cumplido noventa y un años. Fui el primero de sus seis hijos y siempre me sentí un afortunado Antes de que cumpliera los cinco años ya sabía leer y escribir, gracias al empeño de mis padres, pero fue ella la que engendró en mí el gusto por la literatura, por las grandes obras de la literatura universal a las cuales accedía gracias a la  lectura y principalmente a las novelas que se transmitían por la radio.

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