Horas amargas

Ya lo expresé hace algún tiempo en aquel trabajo que titulamos Apagón. No creo en las versiones oficiales relacionadas con lo que está ocurriendo en el sistema eléctrico nacional, y es que aquí se acostumbra a publicar lo conveniente, que no siempre coincide con la realidad. También porque alguien dijo que “en política no hay casualidades” y en este país todo es político. Los enemigos de Cuba (los de dentro y los de afuera), los que se alimentan del odio hacia los que nacieron en su misma tierra han encontrado una especie de fast track para intentar acelerar una caída que nunca ocurrirá pero que ellos creen posible.

Casualidad y necesidad

No es por casualidad que en Cuba tenemos necesidad de tantas cosas y es que, por ejemplo, sobre todo en las grandes ciudades, crece de manera exponencial el número de personas que se dedican al mercadeo informal o a aprovechar en beneficio propio cualquier posibilidad, pero este negocio se hace en plena calle, por ejemplo, en Santiago de Cuba, que no es de las provincias más desorganizadas del país, si llega pollo a las carnicerías estatales, enseguida usted puede ver los revendedores pregonando a viva voz este producto, he podido contar en una esquina entre ocho y diez de estos negociantes, en su mayoría personas jóvenes, fuertes y saludables y que se comportan como verdaderos parásitos de la sociedad. A esta lista se pudieran sumar aquellos que tienen sus propios negocios, que funcionan de manera ilegal pero que no se esconden de nadie. Increíblemente no son molestados por los inspectores u otros funcionarios, porque de la policía, ni hablar. Estos señores (y también señoras) no aportan nada a la economía del país, tampoco pagan el fisco y sin embargo sus hijos estudian gratuitamente en las escuelas y reciben atención médica de igual forma.